sábado, 22 de febrero de 2014

HOMENAJE A ANTONIO MACHADO.




Dramáticas escenas que se repitieron a lo largo y ancho de toda España, conforme avanzaba el ejercito mal llamado nacional. Ese es el producto de las guerras civiles en una nación.
Hoy hace 75 años que falleció en Colliure (Francia), lugar en el que había llegado huyendo de España, como otros miles de republicanos más hicieron, tras sufrir grandes penalidades, recordemos que fue allí donde se escribieron algunas de las páginas más dolorosas de los primeros momentos del exilio republicano. El sufrimiento de todo un pueblo que se vio obligado a abandonar su patria.
Antonio y Manuel Machado 
“Así fue la entrada del poeta Antonio Machado y la madre, en Francia, gravemente enfermos y sin un solo franco en el bolsillo: casi desnudos, como los hijos de la mar", palabras que su hermano dejó escritas en un cuaderno para sus propias hijas y su hermano Manuel.

José Machado
En él también quedaron registradas estas otras referentes a su llegada a Cerbére:
“"Allí el espectáculo que se ofrecía a los ojos era desolador. Los españoles caídos y deshechos, sin dinero, éramos tratados por los mozos de aquel establecimiento con tan innoble y repugnante desprecio, que lo primero que preguntaban era si teníamos dinero con que pagar. En caso negativo, no daban ni un vaso de agua. Esto sucedía en la cantina. En los andenes de la estación, todavía peor, porque se sufría el acoso de los gendarmes, que no se ocupaban más que de formar las levas para los campos de concentración, separando a los hijos de los padres y a las mujeres de los maridos. Y todo esto de la manera más bárbara y brutal"
Cerbère-Francia
En Cerbére se refugiaron en un viejo vagón en donde permanecieron hasta el día siguiente.
Corpus Barga
José sigue su relato con estas palabras:
"Corpus Barga, uno de los mejores amigos que nos acompañaron en el éxodo, logró llegar a Perpigñan, y regresó (con posibles) para llevarnos al cercano pueblo de Collioure.
El comportamiento de este generoso amigo llegó hasta el punto de coger en brazos a nuestra madre y llevarla desde la estación al pueblo por la ancha calle que lo cruzaba y que terminaba en el mar. Por allí marchamos todos con ellos. Siguiendo este camino, llegamos a la plaza principal, donde, ante un pequeño arroyuelo, se levanta el pequeño hotel Bougnol-Quintana, en el que quedamos alojados".
Era la noche del 28 de enero y aquella sería la última morada del poeta. Su vida iba languideciendo poco a poco, “No podía sobrevivir a la pérdida de España. Tampoco, sobreponerse a la angustia del destierro. Este fue el estado de su espíritu el tiempo que aún vivió en Collioure. Sin embargo, unos días antes de su muerte, me dijo ante el espejo, mientras trataba en vano de arreglar sus desordenados cabellos:
Vamos a ver el mar”, son las palabras que José deja escritas en su cuaderno sobre los días de estancia en aquel hotelito.
Desde allí se encaminaron hacia la playa, donde se sentaron en una barca. Transcurrido un largo rato Antonio le dijo a su hermano:
"¿Quién pudiera vivir tras una de esas ventanas, libre ya de toda preocupación". Fue su única y última salida, a partir de ese momento comenzó a sentirse mal.
Su muerte se produjo dos días más tarde, su hermano nos cuenta:
“…así preferimos que durmiese el último sueño en el sencillo pueblo de pescadores de Collioure". Más adelante, refiriéndose al entierro, continúa: 
"Pero lo más emocionante fue que seis milicianos, envolviendo el féretro con la bandera de la República española, lo llevaron en hombros hasta el cementerio. Y téngase en cuenta que para realizarlo tuvieron que escapar de la implacable vigilancia del tristemente famoso castillo de Collioure, donde con tan injusto rigor se les trataba".
Antonio Machado definía la poesía como “el diálogo del hombre, de un hombre, con su tiempo”. Él hizo posible con sus poemas que ese tiempo fuera personal e imperecedero. Por eso él sigue soñando y cantando, lo hace a través de todos los que admiramos su obra, como dice en su poema: “Yo voy soñando caminos / de la tarde. ¡Las colinas / doradas, los verdes pinos, / las polvorientas encinas!... / ¿Adónde el camino irá? / Yo voy cantando, viajero / a lo largo del sendero…”
Hoy quiero rendir homenaje a su memoria con su “último diálogo con su tiempo”, con las últimas palabras que dejó escritas y que fueron encontradas en un papel arrugado, por su hermano José, en el bolsillo del abrigo del poeta. En él había escrito:
“To be, or not to be” (ser o no ser), estaba escrito en inglés, la primera frase del conocido soliloquio de Hamlet.
“Estos días azules y este sol de la infancia” (el último verso que escribió en su vida)
“Y te daré mi canción: / Se canta lo que se pierde / con un papagayo verde / que la diga en tu balcón" (corresponden a “Otras canciones a Guiomar” en las que introduce una variación, cambió la palabra “enviaré” por “daré”).

Efectivamente, él ya no nos enviaba nada, nos daba todos sus “diálogos con su tiempo”. El exilio era su triste final y la consecuencia del odio y el fanatismo entre hermanos.
Como dijo Miguel de Cervantes, del que se cumplirán 401 años de su muerte el próximo día 22 de abril, y aparece en el Quijote, primera parte, capítulo 9:
“La historia es émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir”
Airam




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